
¿Qué es?
Hablamos de un «aditivo alimentario ·Sintético·» de la familia de las sales de “ácido glutámico”, camuflado la mayoría de veces como E-621 en su etiquetado.
En ambas denominaciones su composición es el resultado de la unión del sodio con el ácido glutámico, similar en su estructura química al de la sal común.
Se trata de uno de los aminoácidos no esenciales, más abundantes en la naturaleza. Esto quiere decir que la sal sódica del acido glutamínico en su forma natural, se encuentra presente en muchos alimentos . Y este en concreto “NO ES EL DAÑINO”. El sintético es el que puede DAÑAR seriamente la salud en personas que hacen un uso excesivo de él.
Es una proteína hidrolizada y su función principal es la de potenciar el sabor de los alimentos.
Utilizado especialmente en la industria alimentaria, sobre todo en alimentos ultraprocesados . Lo podemos encontrar habitualmente en alimentos que han sido procesados para una larga conservación como por ejemplo las carnes congeladas ( hace que parezcan más frescos), las conservas (les disminuye el sabor a “lata·), los platos preparados y envasados y todo tipo de snacks, entre otros muchos.
Origen y motivo de su existencia
El profesor japonés Kidunae Ikeda ( siglo XX ), identificó por primera vez un sabor “diferente” a los cuatro sabores básicos que se habían establecido hasta ese momento. Lo investigó y consiguió aislar “el nuevo sabor” y lo denominó como “sabroso” ( en japonés Umami), refiriéndose al aminoácido ácido glutámico.
A partir de este hallazgo, inició una investigación con la intención de “aislar” este ácido para proporcionarle «sabor a los alimentos«. El resultado fue añadir sodio para que fuese un elemento estable en forma de polvo y se fuese fácil de disolver en los alimentos como sucede con el azúcar o la sal muy solubles en agua.
El Glutamato Monosódico, es un aditivo que genera “adicción” . Esto se debe a que el exceso en su consumo causa “anestesia” sobre las papilas gustativas haciendo que “todo sepa bien”, y que las personas se sientan complacidas y a gusto .
El mensaje que llega al cerebro en ese momento a través de la serotonina es el del “sabor sabroso”, que además es muy parecido al de la leche materna. Por eso hace que muchas personas se “refugien” en él.
Varios estudios realizados en roedores de laboratorio, concluyeron con el resultado de que el glutamato monosódico era capaz de alterar la sensación de saciedad de un individuo. El dicho “ Es que no puedo parar de comerlo….” Es un claro ejemplo. Actúa realmente como una “droga”. Este aditivo químico hace generar un 300% más de insulina que el propio azúcar lo que implica el riesgo a tener un mayor porcentaje de posibilidad de sufrir obesidad.
Aún y Así, se trata de un “Aditivo que sigue provocando una gran controversia”
¡¡Y no es de extrañar!!. No existen estudios concluyentes que afirmen que el glutamato monosódico sea tóxico si se consume en la cantidad adecuada teniendo en cuenta que está “permitido” su uso en la industria alimentaria. Incluso existe una dosis diaria recomendada, (indican no debería sobrepasar los 30 mg por kilo de peso).
Otros estudios paralelos, concluyen que una vez sintetizado por el organismo, se metaboliza por vías distintas : el Sodio y el Acido glutámico igual que si se hubiesen consumido por separado.
La FDA (US Food and Drug Administration), por su parte, considera que el glutamato contenido en el aditivo es químicamente indistinguible del que se encuentra de forma natural en los alimentos. Aún así, la industria alimentaria “se plantea disminuir la cantidad de glutamato en los alimentos”.
Por otro lado, resultados clínicos en pacientes que han realizado un exceso de este aditivo químico han manifestado efectos secundarios, tales como: dolores de cabeza (migrañas), debilidad, entumecimiento en la nuca que se extiende a brazos y piernas, palpitaciones y problemas cardíacos entre otros. Al eliminar de su dieta este aditivo químico esas manifestaciones han ido desapareciendo.
Conclusión a la controversia
Un “abuso” en el consumo de este aditivo químico puede aumentar los riesgos en la salud de las personas, con lo que es muy recomendable “controlar su ingesta” .
Al tratarse de una neurotoxina que daña el sistema nervioso por un exceso de estimulación artificial y que puede llegar a filtrarse en el cerebro humano, la mejor opción para evitarlo es reducir la cantidad de ingesta de alimentos procesados donde suele estar presente y consumir productos orgánicos y no procesados. Antes de comprarlos leer las etiquetas y no adquirir los que lo lleven.
Potenciar alimentos frescos, de temporada y proximidad que no hayan sido manipulados de su estado original. Este tipo de alimentos ya aportan por sí mismos su sabor “sabroso”, además de la oferta y variada cantidad de nutrientes que nos suman para estar más fuertes y sanos.
Tomar estos alimentos de forma esporádica no alterará la salud . Lo importante es ser conscientes de lo que aporta y saber mantener un equilibrio para una dieta variada y saludable.